LEYENDAS DEL COLEGIO DE LOS SSCC DE UNO NORTE
Este valioso texto sobre la historia de los SSCC de Viña del Mar es una contribución del ex alumno (1967) Cornelio Sepúlveda. Nos ha parecido de gran interés reproducirlo, no obstante su autor es, hasta ahora, desconocido.
PRIMERAS PALABRAS
Para quienes se educaron en el colegio de los Sagrados Corazones de Viña del Mar los recuerdos de esa vida escolar, casi sin excepción, se guardan con cuidado y con cariño en el rincón de las leyendas.
Allí se atesoran y desde allí se exhuman y reviven. En efecto, basta que dos ex alumnos se encuentren para que la conversación sea animada y los recuerdos broten a raudales.
En esa plenitud de la memoria hay lugar para todo: para los juegos y los estudios, para las fiestas y para los exámenes, para la liturgia y para los desfiles, para las bromas y para lo serio, para los profesores y profesoras, y los sacerdotes - los “padres” - que daban el nombre al colegio.
¿En qué colegio estás?
Estoy en los “padres”.
Y, esos padres eran los religiosos, casi todos sacerdotes, de la Congregación de los Sagrados Corazones quienes durante mucho tiempo, en su mayoría fueron franceses, pero también los hubo de otras naciones europeas y por cierto: chilenos.
Por lo tanto, era sencillo decirlo: “estoy en el colegio de los Padres Franceses” .[1]
El colegio era la obra de una congregación, una forma de vida en común, en el marco de los tres votos: pobreza, castidad y obediencia.
Una forma de vida contemplativa – no en vano San Benito era uno de sus patronos – pero orientada a la misión o sea a la acción.
En efecto su fundador la había concebido como una “sociedad de misioneros”.
¿Cuándo y cómo había nacido esta congregación a la vida en la Iglesia Católica?
Pues bien, nada menos que en los años de la Revolución Francesa (1789), obra de un sacerdote francés: José María Coudrin.
[1] Los recuerdos más vívidos de este relato se vinculan con el decenio 1940 – 1950.
1.- NACE LA CONGREGACIÓN DE LOS SS.CC.
José María Coudrin (1768-1837), nacido en las cercanías de la ciudad de Poitiers, luego de haber hecho estudios en la Universidad de esa ciudad, en ese preciso año de 1789, entra al seminario para llegar a ser sacerdote. Son años de clandestinidad y de peligro.
La persecución contra todo lo que sea fiel al Papa de Roma, llega a su máximo nivel.
Sin embargo Coudrin “congrega” a un grupo de seguidores, pero no será hasta el año 1817 cuando el grupo, que ya forma una “congregación”, cuente con Constituciones aprobadas por la Curia Romana.
Se trata de una asociación de hermanos y de hermanas, pues a Coudrin se ha unido Enriqueta Aymer de la Chevalerie con francesas que comparten sus ideales (en Chile serán las “Monjas Francesas”).
El terror, la persecución y la muerte de tantos, congrega a estos religiosos para volver a mirar la figura de Jesús el Cristo como Salvador y modelo de vida.
Y, en esa figura y en la de su madre María se destacan sus corazones, objetos de especial devoción.
Dar testimonio del amor de Dios al mundo, vivo en Jesús de Nazareth y en la comunidad de hermanos, será el propósito principal de este grupo de religiosos.
Y, expresión de esa vocación serán los trabajos que asumirán en la iglesia europea y en lejanas regiones del globo terráqueo.
Coudrin ya anciano vivirá sus últimos años en Picpus, un rincón de Paris, donde se halla un cementerio de víctimas de la revolución.
Y, hasta el día de hoy, muchos los identifican como “picpusianos”.
Será en vida de José María Coudrin sscc, que nacerá la obra en Chile.[2]
La sociedad de misioneros ya habrá recibido abundantes vocaciones y pronto se abrirá a las responsabilidades evangelizadoras en el Pacífico Sur.
Coudrin, un francés, como muchos europeos, miró hacia esas islas perdidas en el inmenso océano, como un lugar de evangelización y por qué no decirlo de “civilización”.
Como sabemos el encuentro de los navegantes europeos con esas comunidades humanas, que los recibían con los brazos abiertos y parecían no tener idea de algo como “pecado”, los llevó a concebir la idea de un “estado de naturaleza”, en el que los hombres no corrompidos por la sociedad, gozarían de los bienes de la vida, sin restricciones.
Y, quien expresó estas ideas que nutrieron el pensamiento ilustrado fue Jean Jacques Rousseau.
Pero los salvajes no eran tan “buenos” como ingenuamente se pensaba y pronto los exploradores se encontraron con resistencia, enfermedades, ataques y muerte, amén de idolatría y prácticas nefandas a ojos cristianos.
El Océano Pacífico al sur del Ecuador, era el mundo de miles de islas, relativamente pequeñas, muchas de ella de origen volcánico, separadas por enormes distancias. Durante milenios habían estado deshabitadas y luego habían sido colonizadas desde el Asia y tal vez desde América.
Su cultura estaba bien adaptada al ambiente marino y en general era lo que se podía llamar “primitiva”.
Y, comenzó la exploración de cada isla y su cartografía. En ella los franceses estuvieron presentes desde la primera hora.
En 1769 Bouganville circunvalaba el globo, siendo el primer francés que lo lograba.
De paso había recalado en las Islas Tuamotú y había reclamado para Francia la posesión de Tahiti.
Se hallaban a 20° latitud sur, más o menos a la altura de Antofagasta, pero muy, pero muy lejos (140° longitud oeste).
A corta distancia al sur de las Tuamotú estaban las Islas que denominaron Gambier, mayormente deshabitadas, con excepción de la mayor de ellas Mangareva.
Pero no todo iba a ser tan favorable para los franceses.
En el año 1875 La Pérouse partía con sus dos buques La Boussole y L’Astrolabe.
Recalan en Valparaíso y visitan la Isla de Pascua en 1786.
Luego de extensos viajes que lo llevan a Alaska, y que llegan a Australia, en el año 1788, él y sus dos buques desaparecen, sin que haya ninguna noticia de ellos, y solo en 1828, un irlandés, Dillon, encuentra algunos restos de los navíos en algunas islas.
No cabía duda, la evangelización de la Oceanía, no era “llegar, pararse y cantar”.
Y, además de los nativos, “no tan mansos”, había arrecifes , tifones y tiburones.
La marea de los comerciantes se veía venir, y Coudrin no quería perder tiempo y envía a cuatro religiosos franceses: tres sacerdotes y un hermano sin órdenes.
Lo que sigue es leyenda del mejor quilate. En el buque, la Sylphide, hay gente que viene a Chile.
En ella viaja nada menos que Claudio Gay, el gran sabio naturalista que viene contratado por el gobierno y que en Chile dejará una magna obra.
Habían salido de Burdeos el 1° de Febrero de 1834, junto con otros 20 buques que habían esperado vientos favorable durante dos meses.
A la cuadra de Río de Janeiro una tempestad casi les hace perder una vela. Se reponen y siguen.
Con buena suerte, ya que el 23 de Abril, la Sylphide, buque de tres palos doblaba con buen tiempo el Cabo de Hornos.
Tan pronto como el buque tomó rumbo al norte los religiosos entonaron una antífona de acción de gracias.
Ya antes y con gran dificultad habían celebrado una misa con esa intención.
Pues no olvidaban los sufrimientos de los hermanos que habían viajado a las Islas Sándwich en 1827.
La despedida en Burdeos había sido con muchas lágrimas no sólo de los familiares, sino de sus hermanos de Congregación.
No se embarcaban para un paseo, sino para un trabajo misionero en el fin del mundo y…de por vida.
Gambier no era un destino habitual de naves y las islas eran casi desconocidas para los europeos.
¿Cómo serían sus costumbres? ¿Cómo sería su lengua? ¿De qué vivían y cómo morían?
¿A qué distancia estaría Mangareva de Tahiti?, supuestamente centro de otro archipiélago, que sólo treinta y cinco años más tarde reclamaría para Francia Bouganville.
Esas y otras preguntas rondaban en la mente de esos cuatro misioneros, no sin angustia.
La perspectiva de morir en manos de los nativos no se podía excluir. Se contaban tantas historias.
En la Sylphide tampoco había respuestas ya que era la primera vez que se aventuraban a esas lejanías.
Lo único que tenían claro, era la próxima detención: iban a recalar en el puerto de Valparaíso.
Allí se aprovisionarían de víveres frescos, de agua y de leña.
Se suponía que algunos franceses residentes los recibirían y que luego, en algún momento emprenderían navegación hacia el occidente, allá donde el sol “muere” cada día.
Los “pasajeros” son pocos y la mayor preocupación del capitán es el cargamento que tiene que entregar en Valparaíso.
Los hermanos de los SSCC tienen un diminuto camarote con literas y una pequeñísima mesa, con una silla.
Gay ha podido pagar el mejor camarote, que de todos modos no tiene ventana.
Durante días no pueden salir a cubierta, pero ya hay cierta familiaridad entre los religiosos y el sabio.
Hablan el mismo idioma y ese lazo los lleva a compartir:
Nos imaginamos una conversación a bordo: Buenos días Señor Gay, ¿cómo durmió anoche con el temporal desatado que nos cayó encima?*
No dormí nada, absolutamente nada y yo que no soy muy religioso, recé a Dios por mi vida y por todos los que en él viajamos.
*Y, ustedes ¿cómo van?
*A pesar de que conocemos el mar, nos ha costado este viaje.
¿Cómo es que conocen el mar, de dónde son ustedes?
*Somos bretones hijos de pescadores.
*Ya me lo parecía. Son celtas y eso se nota en su forma corporal: baja estatura, hombros fuertes y cuello corto. Muy bien por la Bretaña. ¿Van a Valparaíso?
*No señor Gay, vamos a las Islas Gambier.
Y usted a ¿dónde va?
*Voy a Chile, Me ha contratado el Gobierno de la República para algunos estudios científicos e históricos. Desembarco en Valparaíso y desde allí me traslado a Santiago del Nuevo Extremo, donde está el Presidente. Estaré unos años y regresaré a Francia.
¿Y qué sabe Ud. Don Claudio de este país al cual va?
*Poco en realidad. Habrá que ver. ¿Y, ustedes a donde van?
*Vamos a las Islas Gambier.
*Cerca de Tahiti, ¿no es así? Y, ¿hablan el polinésico?
*No lo hablamos , pero esperamos aprenderlo. Si es que logramos llegar vivos a Valparaíso porque con estos temporales de la Patagonia casi nos vamos a pique.
Gay saca una botella de un morral y les ofrece un aperitivo, con el único vaso que lleva.
Amigos, brindemos por nuestra fortuna y por la Francia, nuestra Patria querida.
Y, ya con algo de alcohol la conversación se anima.
¿Que los junta y qué los lleva, mis amigos?
* Señor Gay, somos hermanos de una congregación misionera y nuestro destino es llevar el evangelio hasta las Islas Gambier. *¿Quién es vuestro fundador?
*Nuestros fundadores son el abate José María Coudrin y la señora Henriette Aymer de la Chevalerie. Ya contamos con la aprobación y la bendición de la Santa Sede.
2.- LA LLEGADA A VALPARAÍSO.
El 31 de Mayo de 1834, la Sylphide que ha navegado durante días con la cordillera nevada de Chile a estribor se acerca a la bahía de Valparaíso.
Parece una costa desolada y solo se divisan de vez en cuando algunos bongos de pescadores.
Finalmente a la vuelta de una larga punta de tierra, entran a una rada abierta al norte en la que hay muchos veleros, más de cien, en los cerros se divisan algunas casas y edificios de buen porte detrás de los malecones.
Están en Valparaíso y los cuatro compañeros: Juan Crisóstomo Liausu, Francisco de Asis Caret, Honorato Laval, sacerdotes y Columbano Murphy, sin órdenes sagradas, se abrazan y luego se preparan para bajar a tierra, agotados de tan larga navegación.
Pero el desembarco tuvo que esperar, pues el primer oficial debió bajar primero para presentar los papeles del buque a la capitanía de puerto.
Sabían que la estadía allí no duraría menos de quince días y mientras el buque se aprovisionaba y reparaba averías habría tiempo para disfrutar una tierra sin vaivén….a lo menos eso ingenuamente creían ellos.
En la bahía había buques de las más diversas nacionalidades.
El puerto era la escala obligada hacia la costa oeste de los nuevos Estados del Norte, y …por cierto de la Oceanía, Australia y el Asia ribereña del gran océano.
Por el Estrecho de Magallanes o vía Cabo de Hornos, y luego a Valparaíso, para reponerse de esto y de lo otro.
El puerto, desde 1820, tenía asignado un destino, en palabras de Don Bernardo O’Higgins, ser el entrepuerto (sic) entre Europa y el Pacífico.
Para lo cual había almacenes francos [3], con buena capacidad de almacenamiento. [4]
Esa abigarrada población trashumante también se hallaba en tierra, en los muelles y en las callejas de lo que parecía ser el centro poblado inmediato al mar, el barrio de la iglesia Matriz.
En sus cercanías y en dirección oriente había edificios de sello europeo y luego la ciudad tocaba el mar.
Era el lugar conocido como “la cueva del chivato”. Más allá se adivinaba un sector agrícola, con bastante población.
Los cerros eran parte del paisaje y en algunos de ellos había casas y probablemente defensas contra piratas.
Los religiosos no dejaron de notar que junto a los botes, se veían unas curiosas balsas, de cueros inflados, manejadas diestramente por individuos de piel curtida.
Fue el momento de despedirse de Monsieur Gay y de los otros pasajeros que desembarcaban en Valparaíso.
Sobre sus viejos pantalones marineros se colocaron sus hábitos blancos y bajaron al muelle.
Un ciudadano francés que hacía el oficio de “cónsul” esperaba a sus connacionales y los saludó preguntándoles qué hacían en ese puerto.
Estamos de paso, vamos a las Islas Gambier.
El francés que algo sabía de la lejanía de esas islas, los miró con curiosidad y dijo algo como:
“Sería mucho mejor si se quedaran aquí. No sólo serían muy bienvenidos por los franceses, sino por toda una población que necesita sacerdotes. En todo caso, los voy a poner en contacto con el abate Caro en la iglesia La Matriz. Acompáñenme”.
El padre Andrés Caro, franciscano andaluz formado en Castilla la Vieja y con treinta años de ministerio en Bolivia, los recibió alegremente,…en castellano, idioma que los padres de los SSCC no conocían.
Y, ya que él tampoco sabía francés, la comunicación tuvo que ser en latín.
“Sean bienvenidos y quédense a alojar aquí todo el tiempo que quieran. Mientras puedan les ruego que me ayuden en las misas y en lo que puedan”.
A los dos días Liausu y sus compañeros ya habían recorrido todo Valparaíso.
Los acompañaba un francés, y una cohorte de niños que jugaban entre ellos. Sus hábitos blancos con el medallón de los corazones llamaban la atención.
Poco a poco fueron sintiéndose en casa y el ruego del padre Caro comenzó a hacerles mella.
“Quédense en Valparaíso, Aquí hay tanto quehacer. Yo ya estoy viejo y no puedo con tanto trabajo. Esta ciudad crece cada día y todo está por hacerse: falta un colegio, y falta atención sacramental. Quédense aquí. Tendrán todo lo que necesiten”.
Diariamente los religiosos se reunían para orar frente al Santísimo Sacramento y Liausu imploraba la luz divina para hacer lo que fuera Su Voluntad.
Colegio e Iglesia de los SSCC de Valparaíso en Av. Independencia. (1840-2007)
Y, contra toda probabilidad, saltándose la línea jerárquica de la obediencia, Juan Crisóstomo Liausu sscc, flamante Prefecto Apostólico de la Oceanía Meridional, decidió que se quedarían en Valparaíso y que cuanto antes comunicarían esta decisión a sus superiores.
Así pues, volvieron a la Sylphide, retiraron todas sus cosas y se despidieron del capitán.
Las consecuencias de la “quedada” serían inconmensurables.
La misión en Valparaíso sería el inicio de la misión en Chile [5], en Perú, en Bolivia, México y en la Isla de Pascua. Más tarde toda la Polinesia, incluyendo las Islas Gambier sería atendida por religiosos de los Sagrados Corazones.
En el año 1873, llegaría Damián de Veuster sscc a la isla Molokai en el archipiélago de Hawai [6]
En el año 1837 comenzaba a funcionar el primer colegio en el barrio del puerto y desde 1840 en El Almendral, lugar donde realizó su labor hasta 2008.
El éxito de su labor pedagógica explica su rápida difusión en Chile. Copiapó (1849), Santiago (1849).
En Valparaíso, aparecieron el Curso de Leyes (1894), y los Cursos de Ingeniería y Arquitectura (1912).
[1] Don Bernardo O’Higgins, dicta el decreto de 30 de Septiembre de 1820 erigiendo al puerto de Valparaíso como puerto general o entrepuerto del Pacifico. Para que se estableciera esta condición se crean almacenes de entrada o retorno sin limitación de tiempo y con solo pagar dos reales cada seis meses por tercio bulto o pieza de dos quintales de peso, a cancelar al momento del embarque.
[1] El 31 de Mayo de 1866 la ciudad de Valparaíso y su puerto fueron bombardeado por cañones de la escuadra española, quedando completamente destruidos sus almacenes portuarios.
3.- EL PRIMER COLEGIO EN VIÑA DEL MAR.
A la llegada de los religiosos franceses a Valparaíso, lo que actualmente constituye la ciudad de Viña del Mar, sólo era un valle casi deshabitado regado por el Estero de Marga Marga, en el que se asentaban dos haciendas: la de Las Siete Hermanas y la de la Viña del Mar.
En 1822 fue visitada por Mary Graham quien afirmó en su Diario: “es una bella propiedad”[7].
Había algunas viñas – que desaparecerían en 1827, algo de trigo y huertos en las cercanías del estero.
En las profundas quebradas de la vertiente sur había miles de palmas, futuras víctimas de su maravillosa miel.
En realidad era camino obligado en la ruta hacia el valle del río Aconcagua, y por lo tanto hacia Quillota.
La hora de esa “viña de la mar”, aún no había llegado.
El hecho decisivo para su futuro, no fueron sus playas, sino el tendido de los rieles del ferrocarril que en 1855 unieron el puerto de Valparaíso con la ciudad de Santiago.
Tan importante fueron que Benjamín Vicuña Mackenna la calificaría “como la hija de los rieles”.
El valle que ya estaba dividido de oriente a poniente por el estero lo estuvo ahora por los rieles y por el traqueteo de las locomotoras.
La fundación de la ciudad estuvo estrechamente ligada a la familia Álvarez y a Don José Francisco Vergara, cuyo matrimonio con Mercedes Álvarez (1873) selló el destino de todo el sector norte.
En efecto, en 1892, él formó la Sociedad Población Vergara, que definió el trazado de las calles: nortes las longitudinales – sentido del estero - ponientes y orientes a ambos lados de la Avenida de la Libertad.
Sería allí, en la calle Uno Norte, entre las calles Uno Poniente y Dos Poniente, que se levantaría el Colegio de los Sagrados Corazones de Viña del Mar en el año 1921.
FUNDACIÓN DEL COLEGIO Y PRIMEROS AÑOS.
A comienzos del siglo XX, hubo dos hechos importantes en Valparaíso: por un lado se produjo el devastador terremoto del año 1906, y por otro la población aumentó considerablemente.
El problema de la educación de los hijos varones había que resolverlo enviándolos al colegio de los SSCC del puerto.
viaje era posible por medio del tren que unía a ambas ciudades.
Pero no todo era tan fácil. Había que cruzar el estero, cuyo caudal era mayor que el de hoy, especialmente en invierno.
Manuel Fernando Valenzuela Manterola (Promoción 1951) recuerda que a su padre Manuel – futuro muy destacado arquitecto – un empleado lo iba a esperar todas las tardes a la Estación de Viña, con dos caballos para cruzar el estero Marga Marga.
Y, su caso era el de muchos jóvenes.
El insistente pedido de muchas familias y del mismo párroco de Viña del Mar, para que los padres abrieran colegio en la nueva ciudad, tuvo éxito.
El 15 de Octubre de 1919 se colocaba la Primera Piedra y el 8 de Noviembre de 1921, Monseñor Eduardo Gimpert, Gobernador Eclesiástico de Valparaíso bendecía el edificio del nuevo colegio, en la calle Uno Norte.
El funcionamiento de este nuevo colegio implicó un gran esfuerzo para la congregación de los SSCC, ya que el año anterior un gran incendio había arrasado con el Colegio de Santiago, con los 12.000 volúmenes de su biblioteca y con la casa de la comunidad.
El edificio construido por el arquitecto Luis Alfredo Azocar M. tenía dos alas, una de dos pisos contigua a la calle Uno Norte y otra de un piso en ángulo recto contigua a la calle Uno Poniente.
La puerta principal estaba en el ángulo de las dos alas y daba a un amplio hall al que se abrían varios salones y recibidores. Atravesándolo se tenía acceso al gran patio, al centro del cual hubo, casi desde el inicio, un álamo carolino que crecería bien alimentado por el agua subterránea y daría su sombra a muchas generaciones de alumnos y de maestros.
El primer rector del colegio fue el padre Florentino Prat sscc (1866-1952).
Entre los primeros 60 alumnos se encontraban los nombres de : Raúl Browne V., Oscar Cornejo F., Roberto Faille A., Jorge Gándara B., Jorge Pascal L., Luis Gubler E. ,Raúl Montt de Ferrari, Fernando Silva C., Guillermo Chadwick C., Eduardo Elton A., Augusto Gubler E., Alberto Hormann S., Celestino Zañudo M., Hernán Vigil S., entre otros. [8]
El colegio recibía alumnos que cursaban su Tercera Preparatoria [9] y que por lo general se quedaban hasta el Cuarto Año de Humanidades.
Llegado ese momento, los que quisiesen deberían trasladarse al colegio de Valparaíso, para su egreso del Sexto Año. Esta situación se repitió hasta 1944, cuando se edificó una nueva ala de dos pisos en el sector de Dos Norte.
Ahora el colegio ya tenía su escolaridad completa: Preparatorias (Tercera a Sexta) y Humanidades (Primero a Sexto Año).
Ya en esa fecha el ala de Uno Poniente tenía dos pisos en toda su extensión.
En algunas épocas hubo alumnos en régimen de medio pupilaje, es decir que almorzaban en el colegio (Pablo Valenzuela Fuenzalida.- P. 1957))
Había una capilla en el piso de Uno Poniente, con su respectiva sacristía. No estaba abierta al público y solo se usaba para ceremonias dentro del colegio.
Mensualmente el primer Viernes del mes se celebraba misa y por cierto en el día de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Como era de rigor en esos tiempos el idioma litúrgico era el latín y una de las mayores dificultades para los monaguillos era aprender en latín el diálogo al inicio: Introibo ad altare Dei y luego los versículos del salmo 42.
Una vez que se edificó el ala de Dos Norte – de dos pisos – la capilla se ubicó en el primer piso con puerta para el acceso de fieles. Anualmente se preparaba a los niños para su Primera Comunión y de vez en cuando para su Confirmación, en esa ocasión celebraba un obispo. Cuando había comunión general todos los alumnos eran invitados a un desayuno que se servía en el ala de Uno Norte.
[1] , Etchegaray Cruz, Adolfo, sscc. Los Padres de los SSCC en Chile. (1834-1962). La Revista Escolar del Colegio de los SSCC de Valparaíso Año 1960, pag 71. Inapreciable y casi única fuente de información sobre los colegios SSCC.
[1] Posteriormente el colegio abrió una Segunda Preparatoria y a mediados del siglo XX ya tenía un Jardín Infantil completo en el local de Dos Norte con Uno Poniente. “Las clases se realizaban en una casitas de madera que quedaban en el "patio de tierra" pegadas a dos norte. Posteriormente pasaron a ser camarines y casa Scout”. Pablo Valenzuela Fuenzalida (P. 1957, 25 Abril 2013)
En los primeros años toda la docencia estaba a cargo de los religiosos de la congregación.
Pero poco a poco se integraron algunos laicos o seglares como profesores.
La nómina de “padres” – religiosos y sacerdotes - es extensa. Entre otros se puede mencionar a:
Álcimo de Meringo, Ambrosio Breuil, Amadeo Inizan, Lorenzo Valenzuela, Dionisio Le Manchec, Remigio Bros, Estanislao Raveau, Miguel Cabello Pieri, Rafael Gandolfo Barón, Armando Undurraga Correa, José Guerin, Benito Rodríguez, Hervé Abjean, Ignacio Sánchez Ugarte, Diego Silva Bernales (Rector) y su hermano Juan, Andrés Aninat de Viale Rigo, Cirilo Elton Álamos, Edmundo Stockins, Álvaro Valenzuela Fuenzalida (Rector) y Juan, su hermano, Florencio Infante Días, Juan Andrés Peretiatkovicz Valdés, José Vicente Odriosola Gurruchaga, Alejandro Jordán, Renato Vío Valdivieso, Jerónimo Giraud, Simón Moisset, José Luis (Baldomero) García Santos, Javier Prado Aránguiz (Rector y Obispo), Gonzalo Duarte García de Cortazar (Rector y Obispo), Fernando Vallejo Macquade. [10]
Los profesores del colegio tenían una formación previa muy dispar.
Entre los religiosos el background eran sus estudios de filosofía y teología.
Muchos de los laicos tuvieron formación pedagógica universitaria y algunos fueron profesionales de áreas afines que desempeñaron labores docentes o que provenían de otras congregaciones religiosas dedicadas a la enseñanza y habían regresado al estado laico. Entre los “padres” hubo algunos como Felix Jaffuel, Anastasio Pirion, Cipriano Deltor, Álcimo de Meringo y otros, poseedores de una formación científica que les permitió entregar una educación de nivel superior y hacer valiosas contribuciones a la investigación de la flora y de la fauna chilena. [11]
El museo del colegio era muy cotizado por sus excelentes taxidermias.
[1] En el colegio de Uno Norte el promedio anual puede haber estado cerca de 10 “padres”. En el verano, al terminar el retiro, se conocían las obediencias o sea las destinaciones y casi siempre había algún cambio en la nómina. En el caso del colegio de Valparaíso, se sabe que en el año 1935, la “comunidad” que atendía al colegio y a la iglesia era de unos 40 religiosos.
[1] El Padre Álcimo sscc instaló una radio emisora en la techumbre del colegio.
Desde su fundación (1921) hasta los años 60, la presencia de los religiosos marcó la identidad del colegio.
Todavía era el colegio de los “padres”.
Por esos años la cantidad de sacerdotes que tenían labores en el establecimiento, bajó considerablemente y limitaron su trabajo a lo pastoral, litúrgico y a la formación religiosa en equipo con laicos.
Hubo un primer rector laico, Pablo Wiegand Garnham y luego otros.
El listado de los profesores civiles – mejor dicho seglares o laicos - es aún más tentativo y lo restringimos a aquellos que trabajaron en el colegio de Uno Norte de los años 40 para adelante.
Entre ellos: René Moraga Roco – figura descollante como profesor para muchas promociones y Secretario General del colegio -, Elizabeth Woolvett (Stockins, de soltera. Inglés). Andrés Villa, Luis Young Reyes (Francés), Oscar Gaete Rivera (Física a Inspector General), Armando Ramírez, Armando Agüero, Fresia Acuña Sheward (Inglés), Hugo González Araya (Artes Plásticas), Silvio Olate Valenzuela (Ed. Musical), Tito Ochoa (Física), América García Torres (Francés), Juanita Marinkovich y Julita Calderón (ambas profesoras de Francés), Roberto Sepúlveda (Médico), Luis Scherz García (Ingeniero), Ángel Muga Naredo (Castellano), Luis Nicolini Ghio (Castellano), Oscar Godoy Arcaya (Filosofía), Jesús Pérez (Química), Prof. Luna (Matemáticas), Patricio Arellano (Inglés. Inspector General). Daphne Jeffery Blair (Inglés), Etna González de la Fuente (Orientadora).
“No sé qué habrá sido de los padres que vinieron de Francia.
¿Qué habrá sido del padre Amadeo que me hizo clases de religión, del Padre Dionisio que era el ecónomo o del Padre José que me hizo clases de Inglés? ¿Qué habrá sido de los rectores, como el Padre Diego?
A uno lo he seguido viendo y a veces conversamos por correo electrónico.
Profesores como el Sr. Gaete, el Sr. Moraga o el Sr. Villa, que marcaron épocas en el colegio y formaron pléyades de alumnos y de posteriores profesionales, padres de familia y, tal vez formadores de otras generaciones”.
ESTILO Y REGIMEN ESCOLAR.
Los colegios de los Sagrados Corazones en Chile se fundaron como una obra educacional para varones.
La educación de las niñas estuvo desde el inicio a cargo de las religiosas, que también eran denominadas “Monjas Francesas”.
Ahora bien, el carácter masculino del colegio tuvo mucha influencia en su estilo y en sus logros.
La distribución de las actividades académicas siguió patrones diferentes según las épocas.
En algún tiempo la jornada fue anual y en otra semestral, en el día a día también hubo diferencias: durante muchos años hubo dos jornadas con los mismos alumnos: mañana (8.30-12.30) y tarde (14.30-17.30).
En cada una de ellas había un recreo, muy esperado por los alumnos.
Durante la presidencia de Eduardo Frei Montalva, años 60, se instauró, con escaso éxito, el día escolar de una jornada única.
La unidad menor del día escolar era la clase, generalmente de 45 minutos, a cargo de un profesor designado por el Rector.
La organización de las horas de clase estaba a cargo de la Secretaría del colegio, en una matriz llamada horario.
Por lo general el principio básico de su organización era la disponibilidad de cada profesor, algunos de los cuales – laicos – también hacían clases en otros establecimientos.
En esta materia fue legendario el trabajo de Don René Moraga Roco, secretario del colegio de Uno Norte, quien manualmente armaba ese gran puzzle cada inicio de año.
La unidad del grupo de alumnos era el curso.
El criterio de adscripción a un curso era la edad y significaba compartir la vida escolar durante años con los mismos compañeros.
El currículum – en este aspecto - no tenía flexibilidad alguna.
Cada año todos comenzaban juntos y todos finalizaban en la misma fecha.
Se calificaba el aprendizaje de los alumnos y otros ítemes como la asistencia y la disciplina.
La Libreta de Notas era conocida por los padres y los apoderados y debía ser firmada por ellos. 14
14 La administración del control y seguimiento de los aprendizajes siempre estuvo influida por cambios en aspectos teóricos y prácticos de lo curricular. Si en los primeros años la influencia provino de la educación alemana, luego de la francesa, al término del siglo esta fue propia de los desarrollos en la tecnología educativa norteamericana. La “enseñanza por objetivos”, desarrollada por Benjamin Bloom fue uno de los aportes más significativos, que han marcado hasta ahora el proceso de enseñanza-aprendizaje
Los días de “clase” comenzaban el día Lunes e incluían el día Sábado en la mañana.
El día Miércoles en la tarde no había clases.
El colegio se regía por los períodos lectivos del Ministerio de Educación y se atenía a las festividades nacionales, con las fiestas religiosas propias de un colegio católico.
La dependencia del colegio respecto del sistema estatal de educación se limitaba a lo anterior y los exámenes de fin de curso en las Humanidades.
De este modo se cumplía el requisito de los exámenes válidos, que conducían a la Licencia de Educación necesaria para el ingreso a las universidades. Este sistema imperó hasta el año 1973.
En el curso del mes de Diciembre “llegaba” la Comisión de profesores del Liceo, y procedían a “examinar” a los alumnos de cada curso en presencia del profesor, calificaban – a veces teniendo en cuenta la nota de presentación – y firmaban un acta de la que dejaban una copia en el colegio.
Algunos estudiantes mal calificados podían dar nuevamente el examen en el mes de Marzo.
No pocas veces hubo conflictos entre las comisiones y el colegio.
Los criterios de qué había que enseñar y de qué modo había que demostrarlo, muchas veces fueron diferentes, en desmedro de los estudiantes y de los mismos profesores.
El estilo y el ambiente del colegio eran de respeto entre personas y de comunicación.
La formación religiosa era la tradicional – Concilio Vaticano I – y el colegio se presentaba como un colegio católico, aún cuando hubo estudiantes y padres de familia de otras denominaciones cristianas.
La sacramentalidad era parte de ese ambiente, y para las fiestas religiosas vinculadas al colegio, la asistencia a misa era de rigor.
Las formas eran cuidadas: uniforme, limpieza, puntualidad, respeto en el trato entre pares y con los maestros.
Los rayados de murallas eran inconcebibles. Se sabía dónde estaba radicada la autoridad, pero había libertad de expresión.
Los diarios murales daban cabida a ideas de lo más atrevidas que sin embargo no quebraban la unidad.
Los alumnos usaban un uniforme.
Era de rigor a la llegada al colegio y en las presentaciones de todo tipo.
Consistía en una chaqueta y pantalón de color plomo claro, camisa blanca y corbata azul.
La chaqueta tenía un borde blanco y llevaba una insignia con bordado blanco y las iniciales SSCC.
Los menores usaban pantalones cortos. Para la jornada escolar se usaba overall.
De manera que la presencia de alumnos del colegio en las calles era muy visible y los distinguía de otros establecimientos.
El brillo de las formas aparecía con fuerza en los desfiles en que el colegio, encabezado por su Brigadier Mayor y los Estandartes – el Nacional y el del Colegio - , seguidos por la Banda de Guerra, lucía su esplendor y marcialidad.
El momento estelar era la Repartición de Premios y el Fin del Año Escolar, con la Despedida del Sexto Año de Humanidades.
Pero había otros ritos y otros momentos simbólicos que formaban parte de algo muy profundo; la vida escolar.
LOS ESTUDIOS.
El régimen de exámenes ante comisiones de profesores fiscales imponía al colegio exigencias curriculares insoslayables en las Humanidades.
Había que ceñirse a los Programas del Ministerio de Educación que hasta los años 60 no fueron más que un listado de temas o contenidos.
La idea de que ante todo había que plantearse objetivos fue parte de lo que, en los años 60, Benjamín Bloom (Universidad de Chicago) propuso en su obra Taxonomía de los objetivos de la educación: la clasificación de las metas educacionales:
Lo cual se tradujo en Chile en una reformulación de los Programas que incluyó a los “objetivos” como parte sustancial.
Una de sus pretensiones era profesionalizar la enseñanza.
El ámbito de conocimientos y de problemas que constituían la malla de “contenidos” en las primeras épocas se restringía a lo que en Europa se consideraba el bagaje de una persona culta, con el agregado de que el “canon” dejada fuera lo vernáculo americano y la historia reciente. Era parte del ideal ilustrado.
Así en plena Segunda Guerra Mundial, no hubo intención de llegar al estudio del teatro de la guerra, ni de sus contingencias. [12]
La idea era que algo tan próximo en el tiempo, todavía no era historia.
Y, aquello valía también para los temas cercanos: cultura chilena, medio ambiente, problemas limítrofes, etc.
Se daban los rudimentos del idioma francés y del inglés con logros precarios.
Había mucha diferencia con lo que sucedía en las Monjas Francesas donde las alumnas sí que aprendían francés ya que en los primeros cursos el idioma de las clases era el francés.
Hasta que muy lamentablemente, en este colegio de los “padres franceses” ya no se enseñó francés.
La época de los religiosos “naturalistas” terminó por los años 40 y posteriormente las clases fueron servidas por profesores titulados en la universidad. Pero, la época de oro había pasado.
El “museo”, era una sala cada vez más polvorienta y abandonada, y el taxidermista – Padre Remigio Bros – ya no recibía piezas, ni hacía sus trabajos.
En ese museo había desde insectos hasta un enorme “oso hormiguero”.
Pero esa colección ya no era un apoyo real a la docencia, ni mucho menos a la investigación.
LA VIDA ESCOLAR.
Cada día tiene su afán, Lo dice el Evangelio de Jesús y lo vivíamos en el colegio.
Aparentemente ese afán se concentraba en las lecciones, pero en realidad cada uno lo vivía como algo íntimo en comunión no sólo con ideas, sino con personas y con valores.
El colegio SSCC de Uno Norte era una comunidad de personas unidas por unas lealtades que no era fácil traducir en axiomas.
Era algo vivido y compartido, como se comparte un juego.
En efecto había una dimensión lúdica en los ritos escolares.
No en vano, los más hondos recuerdos de lo mejor de esa vida quedaron ligados no a lo lectivo, sino a los juegos, a las fiestas escolares y a los amigos.
[1] Sin embargo, el día en que los aliados entraron a Paris y liberaron la ciudad, el padre José Guerin sscc, recorrió las aulas dando la noticia y anunciando que en el resto del día no habría clases (19 Agosto 1944).
[1] En los primeros tiempos del colegio SSCC de Valparaíso los padres prepararon textos de estudio de alto nivel, que también fueron usados por otras instituciones educacionales (Escuela Naval de Chile). Más de 20 obras – como Textos de Estudio - fueron traducidas y editadas para uso escolar.
El texto de mayor relevancia fue el “Tratado de Gramática Castellana según las doctrinas de don Andrés Bello” (1° ed. 1873). Su autor, como el de todos los otros guardó el anonimato.
Ese espíritu se vivía en una matriz de actividades diarias, regidas por un instrumento – creemos, de origen monástico – el horario.
El día se estructuraba en segmentos, semana a semana y para todo un año.
Sin importar mucho el tipo de actividad todas las clases tenían la misma duración.
El instrumento que determinaba los cambios era la campana.
Su toquido – ¿señal de origen marinero? - determinaba el inicio y el fin de cada actividad.
Estaba a cargo de un alumno – dotado de su reloj - lo cual no era habitual en los jóvenes – quien como todos asistía a clases o al recreo, luego se dirigía al lugar y tañía la campana. Nadie más podía hacerlo nunca.
A menos que se poseyera un justificativo de los papás, no se podía llegar al colegio después de la hora o salir del recinto antes de finalizadas sus actividades.
Solo en el caso de eventos de fuerza mayor: temporales, inundaciones y temblores de gran magnitud se hacían excepciones.
En estos casos era posible quedarse a almorzar en el colegio, previo aviso.
No obstante, el colegio de Uno Norte nunca tuvo ni alumnos internos ni medio pupilos.
El ritmo y el estilo de las clases o actividades lectivas, era dado por el profesor a cargo y por lo mismo no tenían un modelo uniforme. [13] Había textos de apoyo, pero casi siempre los estudiantes “tomaban apuntes” en cuadernos.
El recurso a la Biblioteca dsel colegio era escaso. Cada alumno tenía su pupitre; los que estaban colocados en filas.
Hubo una época (1940) en que en cada uno de ellos había un pocillo con tinta, que los empleados rellenaban periódicamente.
Al frente y a un costado el profesor disponía de tarima y mesa.
Para su labor disponía – si lo creía necesario – de una pizarra, que por lo general no era sino una parte del muro, pintada de verde oscuro, en la que se escribía con tiza.
EL EDIFICIO.
El primer edificio, ubicado a pocos metros del Estero de Viña, como dijimos fue diseñado y construido por Luis Alfredo Azócar arquitecto.
El año 1940, aún funcionaba con esa planta, atendiendo a cursos desde Tercera Preparatoria a Cuarto Año de Humanidades.
Además allí, en el segundo piso, vivían los religiosos de los SSCC.
La primera gran novedad fue la construcción del segundo piso del Uno Poniente y luego la construcción de ala de Dos Norte que permitió contar con salas para el Quinto y el Sexto Año de Humanidades.
Más tarde se compró un edificio en la esquina nororiente de la intersección de Dos Norte con Uno Poniente, donde funcionó el Siclo Básico, que reemplazó a la antiguas Preparatorias.
Colegio de los SSCC en Uno Norte. Puerta principal en la esquina de calle Uno Norte con Uno Poniente. (2007).
Las últimas innovaciones mayores, fueron la construcción de la Capilla de madera laminada ubicada en la esquina de Dos Norte con Dos Poniente y del Gimnasio con entrada por Dos Poniente.
Varios fuertes terremotos acaecieron durante la vida de ese colegio.
En el recuerdo del cronista, está el de 1965, que asoló el ala de Dos Norte e hizo necesario afirmar otros sectores.
Nunca hubo víctimas, ni tampoco había ejercicios de preparación con el alumnado.
Afortunadamente en vida del colegio, el mar nunca se salió.
Pero, sí lo hizo el estero, hacia ambos lados, especialmente hacia el lado sur, vale decir, inundando la Calle Valparaíso.
LA “IGLESIA”.
Durante años un grupo de ex alumnos trabajaron porque el colegio tuviese un templo tanto para sus actividades litúrgicas, como para el servicio a la comunidad.
Finalmente La Escuela de Arquitectura de la UCV, hizo estudios y propuestas, pero la Dirección del colegio decidió construir un templo de madera laminada cuya tecnología conocía bien la Corporación Nacional Forestal. Germán Tamm y otro ingeniero se trasladaron al colegio durante cuatro o cinco meses y construyeron, allí mismo en el piso del gimnasio las vigas curvas y luego las instalaron en un radier preparado para ese efecto.
El diseño del frontis y del ábside estuvo a cargo del arquitecto Don Alfredo Vargas Herrera. El templo se inauguró en el año 1967.
La tarima del altar estuvo soportada por madera del Escolasticado de Los Perales, que había dejado se servir como el seminario de la Congregación en Chile.
La compra de las maderas del envigado fue gestionada por el Padre Armando Undurraga Correa, de modo que bien se puede decir que la capilla fue su obra.
Todos las partes metálicas – calzos y juntas - fueron elaboradas por la empresa Edwards y Cerutti de Viña del Mar. [14]
Este templo fue desguazado el mismo año (2007) en que el colegio se trasladó a su nuevo edificio. Allí se contempla levantarlo nuevamente.
MAS ALLÁ DE LO LECTIVO.
La vida escolar rebasaba ampliamente el ámbito de las lecciones. Los recuerdos de todos los ex alumnos lo confirman.
En cierto modo ya lo hemos insinuado, pero es preciso traerlo a la memoria con mayor detalle.
LO RELIGIOSO.
La presencia habitual de los religiosos de los SSCC en las actividades del colegio era de suyo parte del ambiente de convivencia formativa.
Varios componentes contribuían a esa formación: la liturgia eucarística, los “retiros”, la sacramentalidad: preparación a la Primera Comunión y a la Confirmación.
Siempre hubo formación religiosa integrada al Horario de Asignaturas.
Las Clases de Religión se impartían por sacerdotes y en algunas ocasiones por laicos.
La presencia iconográfica de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, mostraban un recinto de interioridad y de donación, que plasmaba la vida del colegio. [15] Periódicamente se convocaba a retiros, en algunas ocasiones pernoctando.
¡Error! Nombre de archivo no especificado.
Primera Comunión, 3 septiembre 1944, al centro el padre Benito.
LA ACCIÓN SOCIAL.
La espiritualidad del colegio llevaba consigo compartir con los necesitados en el espíritu del Evangelio, de modo que no faltaron ocasiones de salir del ámbito escolar ha hacerse presente en los barrios periféricos de la ciudad.
El terrible terremoto de 1965, implicó suspender las clases, acopiar alimentos, ropa y medicamentos.
Un grupo importante se dirigió a Santa Inés y levantó piezas dotadas de techo.
En esta labor el colegio colaboró con personal de la Marina.
En otras oportunidades esta actividad se dio en el marco de “misiones”. Se trataba de presencia eclesial en lugares sin atención
sacerdotal, en las que se realizaba algún trabajo de utilidad para los vecinos.
LA PRESENTACIÓN DEL COLEGIO.
Nos hemos referido a los desfiles.
Pues bien esta actividad era algo característico de este colegio puramente masculino, que no podría reducirse a algo militar, aunque en sus inicios debe haberse imbuido de ese espíritu.
El colegio se presentaba públicamente en “formación de desfile”, con su Banda de Guerra, en algunas señaladas ocasiones: en particular para el día 21 de Mayo.
En esa oportunidad los cursos de Humanidades se trasladaban en tren hasta la estación Bellavista y desfilaban – con guaripola y todo a paso “regular” frente al monumento a los Héroes del Combate de Iquique.
Este modo de presentación tenía su momento principal en la Repartición de Premios y Despedida de los alumnos de Sexto Año.
Para esos efectos todos los alumnos usaban pantalones blancos y zapatos negros.
LA CREACIÓN DE LA BANDA DE GUERRA (1944)
El colegio SSCC de Valparaíso tenía desde hacía años una magnífica Banda de Guerra,
Y junto con la ampliación del Quinto y Sexto Año se decidió formar una Banda que acompañara las presentaciones del colegio.
Dos ex alumnos de la pro moción 1945, Jorge Villagrán Garnham (Corneta) y Luis Simonetti Astengo (Tambor Mayor) fundadores de la Banda nos permiten apreciar lo que esa novedad significó:
“Pertenecer a sus filas significó indudablemente para sus veintiocho integrantes un entrevero de cosas diversas.
De mi parte recuerdo primeramente la satisfacción de haber sido aceptado en ella, tras haber bregado por ser elegido entre sus componentes.
Luego, la disposición permanente en esos dos años a las entregas de tiempo extra y esfuerzo pertinaz que nos exigió aprender a tocar el instrumental de manera adecuada a su inicio, a memorizar y perfeccionar las marchas y su secuencia después, así como procurar desfilar de modo impecable siempre.”
Jorge Villagrán Garnham (P. 1945)
“La Banda de Guerra”. (17. 08. 2000)
No fue cosa fácil preparar a los integrantes de la banda. Nuestro ex alumno el doctor Luis Simonetti A. (P. 1945) lo recuerda vívidamente:
“Se requería preparar rápidamente a los músicos para que hicieran su presentación el 21 de Mayo ante el monumento a Prat en Valparaíso.
Mediante una exitosa gestión económica se logró comprar nueve tambores, nueve trompetas, nueve pitos y una guaripola que se guardaban celosamente en la oficina del padre rector.
Pero no contábamos con el instructor.
Un ex alumno nos recomendó al cabo Marín, miembro activo de la banda del regimiento Maipo donde tocaba el bombo.
Hombre muy acampado preguntó de qué se trataba el trabajo.
Le respondimos que debíamos salir tocando a los menos la Marcha de Parada, el Traspaso y los Nibelungos antes del 21 de Mayo.
No falta na pal 21, dijo, pero si nos apretamos el cinturón la cosa sale.
Solicitó el nombre de los 27 integrantes, los que le fueron entregados en una hoja de cuaderno escrita a mano donde los apellidos no estaban bien precisados.
Nos citó el Sábado a las dos de la tarde al pié del árbol del patio del colegio. El sol pegaba, el silencio era total.
A las tres empezó a pasar lista causando risas al preguntar por compañeros cuyos nombres no estaban bien escritos como lion (Lyon)y Mytilus ( Mathews) .
Manos a la obra y vamos marchando hacia 15 Norte por la calle 1 Poniente.
Cada uno hacía sonar su instrumento como podía. Allí, un pequeño descanso, una instrucción musical básica y vamos marchando hacia el Balneario Las Salinas por la playa, por la orilla tocando lo que salía. Llegamos agotados y con mucha sed.
La mayoría quería abandonar e irse para la casa. No esperábamos una actividad de esa envergadura.
¿Cómo? ¿no quieren aprender rápido?
Vamos cargando los instrumentos y por la playa, tocando de regreso al anochecer.
Fue una instrucción violenta, intensa, y que nos exigió al máximo pero nos llenó de satisfacción al constatar que después de cuatro a seis jornadas de esas características, manejábamos bastante satisfactoriamente los instrumentos.
Encabezamos el desfile del colegio ante el monumento a Prat el 21 de Mayo y nos titulamos, con orgullo, Miembros de La Banda de Guerra”. [16]
Abril 2013
Dr. Luis Simonetti Astengo (P. 1945)
[1] El desfile se efectuaba en Valparaíso, frente al Monumento a los Héroes. El colegio se trasladaba en tren hasta la Estación Puerto.
En esos años y durante la década de los años 40 frente al Monumento estaban esos otros héroes; los veteranos del 79 con sus viejos uniformes de la Guerra del Pacífico
SCOUTISMO.
El Movimiento Scout fundado por Lord Baden Powell a comienzos del siglo XX, fue recibido en Chile desde sus inicios [17].
En el colegio fue fundado el día 30 de Junio de 1930 por el padre Álcimo de Meringo sscc.
La primera Tropa Scout recibió el nombre de Stella Maris. Luego en la década de los años 60 hubo dos tropas más.
Stella Matutina y Regina Pacis.
El Grupo scout estaba formado por la Manada de Lobatos, la Tropa Scout y la Ruta.
Para todos los que vivieron estas experiencias del scoutismo – sobre todo en su versión francesa – fue un insuperable camino de formación en valores, especialmente del servicio, del autocontrol, de la camaradería y del conocimiento y cuidado de la naturaleza.
LA REVISTA ESCOLAR.
Una publicación con periodicidad variable y siempre presente la correspondiente al fin del año escolar, llamada La Revista Escolar, tuvo un papel importante en la vida del colegio.
No sólo permitió desarrollar destrezas literarias, sino que significó un modo eficaz de resguardar la memoria de esa vida.
En el número de finales del año se consignaban los alumnos premiados de cada curso, las semblanzas de los estudiantes que terminaban el colegio e informaciones generales. [18]
LA ACADEMIA LITERARIA.
Principalmente vinculada a temas filosóficos, literarios y políticos, la Academia Literaria fue la oportunidad para que muchos estudiantes hicieran sus primeras armas en las letras y la oratoria.
En algunas ocasiones estas sesiones tuvieron la forma de debates, en los que se enfrentaban posiciones, con un moderador.
El modelo fue la Academia Literaria del Colegio de los SSCC de Valparaíso, de mucha tradición y categoría.
La que además contaba con una gran sala propia en forma de coro monástico.
EL FESTIVAL DEL CANTAR JUVENIL.
Casi en la misma época del Festival de la Canción – o tal vez antes – en el colegio de los SSCC de Uno Norte se dio inicio a un concurso de canciones y de grupos musicales de estudiantes de diversos colegios.
Los profesores a cargo fueron, Sylvio Olate Valenzuela (Ed. Musical) y Hugo Gonzalez Araya (Artes Plásticas y Scouts).
El primero de estos eventos se realizó en el año 1964 y de inmediato se destacó por su gran convocatoria, por la calidad de los cantautores y por la capacidad organizativa y de gestión de los alumnos, quienes estaban a cargo de todo.
Días antes se efectuaba la selección de canciones y se daba a conocer el orden de salida a escena.
El primer premio era una estatuilla de bronce con el Cantor Juvenil.
En la historia del colegio no ha habido otra actividad organizada por alumnos y profesores de mayor repercusión pública y de mayor fruto formador. Más de mil personas se ubicaban bajo el gran árbol del patio y en la explanada que miraba hacia Dos Norte. [19]
Se convocaron seis festivales (1964-1969).
En todos ellos tuvo destacada participación Sergio Klenner Morales, alumno que había estado desde el comienzo y que egresaba ese año 1969. [20]
GRUPOS DE ARTE.
La actividad lectiva siempre coexistió con la de grupos vinculados por intereses artísticos: coro, teatro, pintura y otros.
En algunos momentos estas actividades “extra programáticas” se planearon como parte de Centros de Interés que se abrían a varias disciplinas.
Uno de ellos fue el de “Valparaíso 1870” que congregó a los alumnos de Quinto Año en torno a la huella de esos años en la ciudad puerto.
Como parte de su culminación hubo conferencias y exposiciones de trabajos de los alumnos.
En los 15 días que duró esta actividad se modificó el horario del curso y se realizaron experiencias metodológicas pedagógicas.
Uno de los casos sobresalientes en el ámbito musical, fue la iniciativa de Fernando Rosas Pfingsthorn (Promoción 1949) que estando en Quinto Año creó un coro mixto con alumnas del colegio de las Monjas Francesas, cuya memoria perdura y vive en sus integrantes. Con el tiempo Rosas tuvo figuración nacional e internacional como creador de la Escuela de Música de la UCV, impulsor de las Orquestas Juveniles y director.
LOS “DIARIOS MURALES”.
El periódico del John’s Palace ,oficina, taller y lugar de reuniones de Juan Valenzuela Fuenzalida, cuyo nombre como correspondía era John’s News, fue un medio de expresión vital y polémico.
Su corta, pero intensa vida le permitió presentar 27 ediciones entre Junio 1964 y Julio de 1965 y fue muy apreciado por los alumnos del Primer Ciclo (Primer Año de Humanidades a Tercer Año). [21]
La lectura de esos ejemplares permite rescatar la bullente vida del Primer Ciclo de Humanidades entre 1964 y 1965, vida que rebasaba ampliamente el ámbito lectivo.
LOS DEPORTES.
La actividad deportiva escolar más organizada en los años de colegio fue el atletismo.
El colegio de los SSCC de Uno Norte siempre participó y con buenos resultados.
Los profesores de Educación Física se esmeraban por preparar a los atletas que representarían al colegio.
Uno de los lugares donde se realizaron estas justas fueron las pistas del Club Naval de Campo de Las Salinas.
No obstante, la participación de los alumnos en futbol y baloncesto también fue digna de mención.
Diario Mural, John’s News, de Juan Valenzuela F. Llamado a acudir con ropa de abrigo para la gente del Cerro Santa Inés. Dos láminas del ejemplar N° 26, del 05 de Julio 1965 que constaba de 4 láminas de 0.39 x 0.27 cms. Colección SSCC de AVF.
LAS FIESTAS ESCOLARES.
Casi desde su fundación en Chile, estos colegios celebraron El Día del Padre Rector, tradición que perduró mientras hubo religiosos que ocuparan ese alto cargo.
Ese día no había “clases” y luego de la Misa y del desayuno se desarrollaban los juegos y competencias hasta el mediodía.
Tarde libre. La fiesta mayor, vespertina, era sin duda la Celebración del Fin del Año escolar, en la que se entregaban premios, se mostraban destrezas gimnásticas y de despedía a los alumnos del Sexto Año de Humanidades.
En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús (Mes de Junio), se celebraba el Día del Colegio.
Era una fiesta mayor, con Misa, juegos y actos de diverso tipo.
En algunas ocasiones se eligió el Teatro Municipal de Viña del Mar para escenificar se mostraban destrezas gimnásticas y de despedía a los alumnos del Sexto Año de Humanidades.
LOS ALUMNOS Y SUS FAMILIAS
Desde sus primeros años el colegio convocó a los hijos de familias que vivían en la Población Vergara de la ciudad y los barrios de Chorillos, Miraflores, Cerro Castillo, Agua Santa y Recreo.
No faltaron las familias que tenían dos o tres hijos matriculados – las familias “grandes” eran normales en esa época.
Hubo casos especiales: a fines de la década de los años 40, dos familias tuvieron simultáneamente cinco niños en el colegio: fueron la familia francesa Debeuf y los Valenzuela.
Este hecho fue motivo para que en la Revista Escolar se publicara una nota y la fotografía de ambos grupos familiares.
Otro hecho destacable fue la llegada al colegio del príncipe austriaco Enrique von Starhemberg quien – en la década de los años 40 – viajó a Chile y llegó a Viña del Mar matriculándose en el colegio.
Se trató de uno de los más ilustres alumnos que haya tenido el colegio de Uno Norte. [22]
[1] Era hijo del príncipe Ernst Rudiger von Starhemberg y de Nora Gregor – actriz.
Ella conoció en Paris a Blanca Vergara Errazuriz quien la invitó a venir a Chile con su hijo, Enrique.
Vivieron en Viña del Mar, en una casita de madera conocida como el cottage en el bosque de la Quinta Vergara.
Fue matriculado en el colegio de los SSCC de Uno Norte. Terminada la guerra volvió a Europa donde actuó en teatro y cine.
PREMIOS Y DESPEDIDA DEL SEXTO AÑO.
No es posible mencionar la celebración dentro y fuera del patio del colegio de todo tipo de actividades solemnes, sin mencionar a la Banda de Guerra, al punto que no nos es posible pensar en ellas sin la marcialidad y sonido de ella.
Estaba compuesta por las “cajas” o tambores, las cornetas y los pitos.
Al frente de ella se situaba el “guaripola” que llevaba el ritmo y daba las órdenes para el inicio y fin de las diversas marchas.
En las ocasiones más solemnes la Banda era acompañada por un conjunto Instrumental de la Primera Zona Naval
Dos momentos estelares lo constituyeron el desfile frente al Monumento a los Héroes de Iquique y su participación en la Fiesta de Fin de Año, en que se entregaban los premios y se despedía al Sexto Año.
Es Felipe Valenzuela F.[23] quien nos lo recuerda:
“A la voz de mando comienzan los pitos y las cajas en una marcha llamada “Traspaso”.
El primero en iniciar es el Tambor Mayor, que mueve su guaripola al compás de la música marcando el ritmo de los pasos del grupo de gente que lo sigue.
Después de terminada la intervención de los pitos entra la banda instrumental, tocando la marcha de Radetzky, o un conjunto de melodías del Anillo de los Nibelungos, o el Regimiento de Sambremeuse, de Händel, o alguna otra marcha tradicional.
Del patio de tierra se entra al patio grande, de cemento, fuertemente iluminado:
El Tambor Mayor, la banda de guerra, encabezada por las cajas, seguidos por los pitos y terminada por las cornetas; seguida de la banda instrumental proveniente de alguna repartición de la Armada.
Luego entran las dos banderas, la chilena y la francesa con sus dos escoltas cada una, el Brigadier Mayor con su escolta y las secciones mandadas por un brigadier y un subrigadier, todos en perfecta formación, vestidos con pantalones blancos con elásticos que pasan por debajo de los zapatos brillantemente lustrados, guantes blancos, uniforme del colegio y mirada seria, tratando de descubrir de reojo la cara de los familiares o de la pololita que vino a verlos.
¡Comienza la parada de la fiesta de fin de año del colegio de los Sagrados Corazones de Viña del Mar!
Esa despedida siempre estuvo rodeada de hondo sentimiento y muy cuidada en sus formas. Siguen los Recuerdos [24]:
“La banda se encamina alrededor del gran árbol central, pasando al lado de las tarimas donde está la gente invitada hasta formar una especie de letra “C”, dejando libre el espacio frente a la tribuna de las autoridades y familiares de los alumnos del Sexto año de Humanidades, último año del colegio”.
“La emoción y excitación de todos es grande.
Se entregarán los premios al buen desempeño, se despedirá a los alumnos salientes, se hará el traspaso de las banderas y se cerrará el año escolar en forma brillante, como es tradición desde hace muchos años, tradición traída al colegio por los padres que vinieron de Francia. El estilo de la marcha sin embargo, es prusiano, incongruencia histórica que no deja de llamar la atención”.
Al final se daban los premios a los alumnos del Sexto año, tanto por su desempeño en el año que terminaba como por su desempeño durante toda su trayectoria por el colegio. Momento en que sus padres se acercaban y les entregaban su galardón.
Después se disminuía la intensidad de las luces y se llamaba a cada uno de los “sextinos” por su nombre para que se formaran en un semicírculo frente a la tribuna.
El Rector les entregaba un recuerdo del colegio, se hacía el cambio de banderas, donde un alumno de Quinto año recibía la chilena y otro la francesa, después de lo cual, los antiguos abanderados se integraban al semicírculo de los que se iban.
Allí, iluminados por la luz de algunos reflectores se les cantaba la canción de la despedida:
“Les bons amis du temp passé vivront dans notre coeur, jamais ne seront oubliés, les amis du temp passé”.
El colegio entero cantaba para despedir a los que fueran sus mayores durante todo un año.
En seguida les tocaba a ellos despedirse con la misma canción pero otra letra donde se decía que, en verdad, no era un adiós sino un hasta luego y que se volverían a ver los amigos del tiempo pasado.
La emoción era muy intensa y, para los que estaban formados, solos al frente, era como estar frente a la puerta de la vida, sin ya la compañía de sus amigos menores, enfrentando el futuro solos.
La banda instrumental tocaba la misma canción pero con ritmo de marcha y los “sextinos” comenzaban a marcar el paso y a formarse en una sección al comienzo de la recta frente de las autoridades.
Al son de “Les Bons Amis”, el Sexto año en bloque desfilaba a paso de parada frente a las autoridades y al colegio, perdiéndose en la oscuridad del patio de tierra, muchos de ellos tratando de secarse las lágrimas sin que se notara mucho.
Terminaba una época de la vida para un grupo de muchachos y era mucho lo que se dejaba atrás.
El testigo ya estaba en manos de una nueva generación.
LOS EXALUMNOS.
Desde los primeros años estos colegios de los SSCC cuidaron el recuerdo de sus ex alumnos.
Hubo testimonios fotográficos y premios entregados por grupos de ex alumnos.
Más aún, muchos de los nuevos alumnos eran hijos de antiguos alumnos y eso reforzaba los lazos.
Durante años se celebró el Día del Ex Alumno, con un gran almuerzo en el patio del colegio y presencia de los profesores más antiguos.
Entre esos ex alumnos siempre hubo quienes habían ingresado a las Fuerzas Armadas, en particular a la marina.
Para estos efectos una vez que terminaban su Cuarto Año de Humanidades postulaban a la Escuela Naval.
El recuerdo de la Banda de Guerra y de los desfiles se hacía presente en todas sus fiestas.
Aparecían los instrumentos se terciaban las correas y a la voz de viejos brigadieres se revivía el boato de un desfile.
No faltaba, por cierto, el Himno de los Ex Alumnos [25], que recogía toda una herencia, expresaba gratitud y el lazo perdurable con el colegio y los Sagrados Corazones.:
“Los divinos corazones nos formaron
en las letras, en la ciencia y la virtud
y con gotas de su sangre consagraron
nuestra infancia, adolescencia y juventud.
Las coronas y laureles que yo pueda conquistar
Las espinas siempre crueles
que yo pueda encontrar
A ofrecerlas volveré con humilde amor y fe
Hechos hombres les juramos al partir
serle fieles, serles fieles
en la vida hasta morir. “
1] Himno compuesto, letra y música, por el padre Cipriano Deltor sscc (1934 aprox.).
Información proporcionada por Don Renato Damilano Bonfante (2013).
Fue un mundo hermoso del cual cada ex alumno se lleva una porción – que no disminuye la de los demás – y que recuerda con cariño. Muchos ya se han ido para siempre, pero nadie de los que sobre viven deja de emocionarse con los recuerdos de su colegio.
LOS FRUTOS.
En toda vida humana coexisten el pasado el presente y el futuro.
Y eso vale para la vida de un colegio y para la vida de todos los que compusieron la comunidad escolar.
De manera que no es posible reducir “los frutos” a lo que cada sujeto hizo en la vida más allá del período escolar. [26]
Dicho esto la tarea de pesquisar los frutos es algo imposible, porque habría que construir el relato de la historia de cada padre de familia, de cada profesor y de cada alumno.
A lo largo de años se formaron generaciones de personas con sentido social que fueron buenas personas, buenos ciudadanos, buenos técnicos y buenos profesionales.
No fue el fruto de unos pocos, sino la conjunción de aportes de muchos: de la Dirección, de los Profesores, de los Padres de Familia de los mismos alumnos y de los ex alumnos.
El Colegio de Uno Norte cumplió con su tarea. Esos frutos están en el recuerdo de sus ex alumnos.
4.- EL COLEGIO SSCC DE UNO NORTE CIERRA SUS PUERTAS.
Muy diversos motivos llevaron a la Congregación de los SSCC, unir los colegios de Valparaíso con el Viña del Mar, y a vender la propiedad raíz de Viña para comprar y edificar una nueva sede en los altos del Valparaíso Sporting Club.
Esos motivos y ese proceso no pertenecen al tema que tratamos.
Se dio aviso a la comunidad escolar y a fines del año 2007 el colegio SSCC de Uno Norte cerró sus puertas, tal como lo hizo el Colegio de Valparaíso ubicado en Avenida Independencia.
Ya sobre los cerros del lado norte de Viña del Mar, en terrenos del Sporting Club, se levantaba una nueva construcción a la vera de la avenida Padre Hurtado N° 1520 [27].
El primer rector del nuevo colegio fue el padre Nelson Rivera sscc.
La entidad jurídica bajo la que surgía era la Fundación Educacional Colegio
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